Detrás de las lenguas hay personas.

Me he tomado la libertad de modificar el texto de esta viñeta de El Roto para ilustrar la idea que quiero desarrollar aquí, igual que detrás de los números, detrás de las lenguas también hay personas, sus hablantes, sin las personas que las usan para comunicarse las lenguas no son nada, son sus derechos y su libertad lo verdaderamente valioso.

Dice John B. Thompson que "Estudiar la ideología es estudiar las formas en que el significado (o la significación) sirve para sustentar relaciones de dominio". Estoy totalmente de acuerdo, y en el caso particular de la ideología creada en torno a la lengua sirve en última instancia para legitimar relaciones de dominio de unos grupos sobre otros, porque como hemos dicho detrás de las lenguas hay personas.

Si yo afirmara que tengo más derechos que un ciudadano de raza negra de origen Senegalés que llegó hace unos años a España "porque yo ya estaba antes aquí", la mayoría de la gente (al menos la mayoría progresista) pensaría, y con razón, que yo soy un racista.

Sin embargo esos mismos progresistas, muchos de los cuales se definen a sí mismos como "de izquierdas", no tienen problema en asumir ideas parecidas pero que se presentan camufladas, de manera indirecta, es decir, no refiriéndose a personas, sino a las lenguas, el problema es que dichos progresistas parecen olvidar que detrás de las lenguas hay personas, y que cuando legitimamos ciertas ideas sobre la lengua estamos legitimando relaciones de dominación de unos grupos sobre otros.

Una de esas ideas creadas entorno a la lengua para legitimar la supremacía de una sobre otra  (y por consiguiente, de unas personas sobre otras, tengamos esto siempre presente) es el concepto de "lengua propia" de un país.
Se trata de un concepto claramente esencialista, que ninguna persona que se diga de izquierdas y no nacionalista debería aceptar, y que sin embargo se sume con total naturalidad.
Una persona puede tener lengua propia, la que él sienta como propia, su lengua materna o la que él elija libremente usar, pero un país no puede tener lengua propia, y menos cuando más de la mitad de su población tiene una lengua propia diferente de la pretendidamente propia del país, como es el caso de Catalunya.

El concepto de "lengua propia" referido a un país es un concepto supremacista, creado simplemente para justificar y legitimar una relación de dominación. El catalanohablante que alega que el catalán es la lengua propia de Catalunya para justificar la supremacía de su grupo lingüístico no es en el fondo tan diferente del que considera que el Senegalés de raza negra tiene que tener menos derechos "porque yo estaba aquí antes".

A mi personalmente las lenguas me preocupan poco, parafraseando a Voltaire, o a su biógrafa, podría resumir mi posición sobre la lengua diciendo "Me importa un bledo tu lengua, pero daría mi vida por tu derecho a hablarla" Por tu derecho y por el mío.