Lenin contra el nacionalismo


"La burguesía plantea siempre en primer plano sus reivindicaciones nacionales. Y las plantea de un modo incondicional. El proletariado las subordina a los intereses de la lucha de clases."

"Teóricamente no puede garantizarse de antemano que la separación de una nación determinada o su igualdad de derechos con otra nación ponga término a la revolución democrática burguesa. Al proletariado le importa, en ambos casos, garantizar el desarrollo de su clase; a la burguesía le importa dificultar este desarrollo, supeditando las tareas de dicho desarrollo a las tareas de "su" nación. Por eso el proletariado se limita a la reivindicación negativa, por así decir, de reconocer el derecho a la autodeterminación, sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a expensas de otra nación."

"los proletarios, enemigos de todo nacionalismo, exigen la igualdad "abstracta", la ausencia del mínimo privilegio en principio."

"Por cuanto la burguesía de una nación oprimida lucha contra la opresora, nosotros estamos siempre, en todos los casos y con más decisión que nadie, a favor, ya que somos los enemigos más intrépidos y consecuentes de la opresión. Por cuanto la burguesía de la nación oprimida está a favor de "su" nacionalismo burgués, nosotros estamos en contra. Lucha contra los priviliegios y violencias de la nación opresora y ninguna tolerancia con el afán de privilegios de la nación oprimida."

"Los intereses de la clase obrera y de su lucha contra el capitalismo exigen una completa solidaridad y la más estrecha unión de los obreros de todas las naciones, exigen que se rechace la política nacionalista de la burguesía de cualquier nación. Por ello sería apartarse de las tareas de la política proletaria y someter a los obreros a la política de la burguesía, tanto el que los socialdemócratas se pusieran a negar el derecho a la autodeterminación, es decir, el derecho de las naciones oprimidas a separarse, como el que se pusieran a apoyar todas las reivindicaciones nacionales de la burguesía de las naciones oprimidas. Al obrero asalariado tanto le da que su principal explotador sea la burguesía rusa más que la alógena, como la burguesía polaca más que la hebrea, etc. Al obrero asalariado que haya adquirido conciencia de los intereses de su clase le son indiferentes tanto los privilegios estatales de los capitalistas rusos como las promesas de los capitalistas polacos o ucranios de instaurar el paraíso en la tierra cuando ellos gocen de privilegios estatales. El desarrollo del capitalismo prosigue y proseguirá, de uno u otro modo, tanto en un Estado heterogéneo unido como en Estados nacionales separados.

En todo caso, el obrero asalariado seguirá siendo objeto de explotación, y para luchar con éxito contra ella se exige que el proletariado sea independiente del nacionalismo, que los proletarios mantengan una posición de completa neutralidad, por así decir, en la lucha de la burguesía de la diversas naciones por la supremacía. En cuanto el proletariado de una nación cualquiera apoye en lo más mínimo los privilegios de "su" burguesía nacional, este apoyo provocará inevitablemente la desconfianza del proletariado de la otra nación, debilitará la solidaridad internacional de clase de los obreros, los desunirá para regocijo de la burguesía."

Sobre la cuestión nacional


1. Una cuestión de coherencia
A menudo he tenido discusiones en twitter con personas de izquierdas, como yo, con las que suelo coincidir en cuestiones sociales o de clase y con las que discrepo sin embargo en este tema, pero dado que es difícil argumentar debidamente en 140 carácteres he creído conveniente escribir este texto con el fin de dejar clara mi postura sobre el nacionalismo y el derecho de autodeterminación de las naciones.
En primer lugar tengo que decir que mi punto de partida es el materialismo dialéctico, según esta cosmovisión todo está relacionado, interconectado, todo tiene que ver con todo, no es posible aislar la filosofía de la política, ni la política de la economía, ni la economía de la filosofía. No se puede ser materialista (en el sentido filosófico) y ser liberal en economía, o creer en dios y ser marxista; bueno, si se puede (los teólogos de la liberación, por ejemplo, lo hacen) lo que pasa es que no es coherente y su discurso solo es sostenible hasta cierto punto y si lo sigues hasta sus últimas consecuencias conduce inevitablemente, tarde o temprano, a contradicciones irresolubles.
Por consiguiente me parece importante la cuestión de la coherencia en el discurso, no puedes simplemente adoptar la ideología que más te guste o te apetezca o la que más convenga a tus intereses en cada campo de pensamiento, las piezas del puzle tienen luego que encajar, tus ideas sobre la nación , el feminismo, los derechos laborales... etc tienen que formar un todo coherente.
Una vez hecha esta pequeña introducción general pasemos a tratar el tema que nos ocupa.
2 El nacionalismo es un idealismo
El nacionalismo es un idealismo, casi me atrevería a decir una religión, porque no esta basado en cosas concretas, objetivas, que sean contrastables empiricamente. Está basado en una idea, la  «nación»,  que es una idea abstracta, como «dios», que no responde a nada concreto. Este tipo de ideas son muy útiles porque sirven para que un grupo de personas o una clase social domine e imponga a otra lo que a ellos les interesa por medio de la ideología, por ejemplo: que no comas cerdo, que no practiques sexo antes del matrimonio o que hables su idioma y no el tuyo.
Otro factor que distingue al nacionalismo (y a la religión) es el factor emocional, que es algo irracional aunque humanamente muy comprensible.
El nacionalista siente apego por el lugar donde nació y se crió, ama a su tierra, a sus paisajes, a su gastronomía, los olores y sabores entrañables de la infancia, la ama tanto que a veces llega a idealizarla hasta el extremo de sentir nostalgia de cosas que nunca existieron realmente más que en su imaginación.
Todo esto es fácil de entender, todos tenemos lugares, momentos, personas a las que amamos, cada uno quiere a lo suyo, pero una cosa es querer a tu mamá y otra cosa es pensar que tu mamá es más importante que la de los demás y que las otras tienen que cederle el paso en la cola de la pescadería. 
El factor emocional está presente en todas las ideologías políticas, incluido el comunismo, pero en el caso del nacionalismo es mucho mayor y muy evidente.
Las personas primero sentimos y luego intentamos racionalizar lo que sentimos, es decir: buscamos una teoría que concuerde con lo que sentimos y que lo justifique, y si no encontramos esa teoría ya hecha nos fabricamos una «ad hoc».
Lo que ocurre es que hay teorías más solidas y consistentes, más coherentes, como el marxismo y otras que no hay por donde cogerlas y no resisten el más mínimo análisis crítico mínimamente serio, como el nacionalismo. 
3 El dogma del «derecho de autodeterminación de las naciones» en la izquierda
Como he dicho en el apartado anterior cuando alguien no encuentra una teoría que avale sus sentimientos la tiene que crear exprofeso. Es el caso, por ejemplo, de algunos revolucionarios independentistas los cuales para conciliar sus sentimientos de pertenencia a la clase obrera con sus sentimientos nacionalistas se han tenido que inventar una teoría que ligue ambas, el problema es que esa especie de «mahonesa» ideológica tiende a cortarse fácilmente aunque cala muy bien entre la gente con poco sentido crítico o, sobretodo, entre aquellos que están predispuestos emocionalmente a dejarse convencer.
Algunos de los camaradas con los que he debatido en twitter, y fuera también, pueden entender en la mayoría de los casos, lo compartan o no, que yo no sea nacionalista o independentista, lo que no suelen aceptar es que yo pueda estar en contra del «derecho de autodeterminación de las naciones», esa idea ha penetrado de tal forma en amplios sectores de la izquierda que ha llegado a considerarse un dogma incuestionable e irrenunciable que se asume a priori y sobre cuyo significado por tanto ni siquiera se paran a reflexionar seriamente.
Nos dicen que la «autodeterminación» consiste en que el pueblo decida libremente lo que quiere ser, por lo tanto aquellos que  negamos tal derecho somos, según ellos, antidemocráticos. Más de una vez han dejado de seguirme o me han bloqueado en twitter, a parte de insultarme y llamarme facha, supuestos marxistas (a los que podría dar clases de marxismo) solo por discrepar en este punto. Además ese tipo de reacciones viscerales en las que se trata de eliminar física o virtualmente al oponente, en vez de intentar rebatir sus argumentos, lo que hace es confirmar el carácter básicamente emocional, no lógico ni racional, de la ideología nacionalista. Se huye del debate, se descalifica, se ridiculiza o se trata de amordazar e invisibilizar al adversario, todo con tal de no confrontar argumentos, lo cual se convierte en un reconocimiento implícito de la inferioridad dialéctica y de la incapacidad para defender lógicamente sus teorías.
La cosa no es tan simple en la práctica como nos quieren hacer ver: ¿quien decide quien puede decidir y qué es lo que se puede decidir? para que el pueblo decida algo primero alguien tiene que haber determinado quien es ese pueblo, cuales son sus límites, quien puede votar y quien no y como debe hacerse ¿consulta previa en todo el estado? ¿o por comunidades autónomas? ¿puede votar el pueblo de Fraga? ¿sólo o junto al resto de Catalunya? ¿o con Aragón? ¿Y Alava? ¿Y Navarra? ¿Y el Valle de Arán? ¿y Cornellá? ¿quien decide eso? ¿los nacionalistas? Y segundo: alguien tiene que decidir sobre qué se va a pronunciar el pueblo, que se le va a preguntar y de que forma ¿Se va a incluir la opción federalista o solo independencia o unión centralista? ¿por qué una consulta sobre la independencia nacional y no sobre los impuestos o los salarios o sobre la economía de mercado? ¿quien ha decidido que lo importante es la cuestión nacional? ¿tenemos que asumir sin rechistar y sin debate el modelo de autodeterminación establecido a priori por los nacionalistas y que nos quieren imponer so pena de que nos llamen antidemocráticos?
La verdadera autodeterminación consiste en tomar parte activamente de ese proceso de decisión previo y ese es el que se está escamotenado al pueblo. Todo eso lo van a decidir las oligarquias centralistas y locales en una especie de pulso o partida de ajedrez en la que la mayoría de los trabajadores seremos usados como simples peones sin voz ni voto, espectadores de nuestra propia vida y a los que ellos no dudarán en sacrificar cuándo convenga a su intereses. La famosa consulta sobre la independencia no es más que el paso final, cuándo lleguemos a ella, si es que llegamos, ya estará todo el pescado vendido.
La autodeterminación, así en abstracto, si no concretamos el qué, el quien, el cuándo y el por qué, no significa nada, es una palabra vacia, un  fetiche que sustituye al pensamiento, no es más que un medio que tienen los nacionalistas para conseguir la independencia de SU patria (que no tiene porque coincidir con la patria de los trabajadores, entre otras cosas porque como dijo Marx los trabajadores no tenemos patria). El que diga que la autodeterminación es un fin en si misma y no un medio o es un partidario de la independencia de su nación o un ingenuo que se ha dejado enredar por la ideología nacionalista.
Por supuesto yo puedo estar equivocado, pero como no soy dogmático y me gusta el debate agradeceré todas las réplicas y críticas constructivas que quieran hacerme y prometo contestar, siempre que no incluyan insultos o amenazas, en cuyo caso serán eliminadas.