Recuperar la conciencia y el orgullo de la clase obrera

Una de las frases del movimiento 15M que se hicieron más populares fue la de «No nos representan». Esta frase no iba solo dirigida contra los partidos políticos, principalmente PP y PSOE, sino también contra sus correlatos sindicales CCOO y UGT (al fin y al cabo el sistema de representación sindical no es más que una mala copia del sistema de representación política: echa un papelito en una urna una vez cada cuatro años y el resto del tiempo tranquilo que ya nos ocupamos nosotros de todo). Si los primeros no se dieron por aludidos los segundos mucho menos.
Lo fácil en este caso es hacerle el juego a la derecha y a los intereses capitalistas demonizando a los sindicatos, que si son corruptos, vendidos, traidores, etc.
Lo difícil es pararse a pensar y preguntarse: ¿No seremos la propia clase obrera la que nos hemos traicionado a nosotros mismos y a nuestros principios al delegar la defensa de nuestros intereses de clase en un grupito y desentendernos de todo?
Esto es exactamente lo que ha sucedido durante muchos años, la mayor parte de los trabajadores ha pasado de afiliarse o de organizarse en cualquier tipo de organización obrera y los que sí lo han hecho ha sido de un modo totalmente pasivo, se han limitado a «estar ahí» apuntados (paga-cuotas los llamo yo) y ni siquiera se han tenido que molestar en ir a pagar a un sitio pues ya lo tienen domiciliado, como el recibo de la luz, o se lo descuentan directamente de la nómina. Tampoco es nigún tipo de conciencia de clase ni nada parecido lo que les ha llevado a afiliarse, tan solo el mero calculo egoísta individual, es como ser socio de cualquier otro club o asociación que te ofrece una serie de ventajas, descuentos, servicios, cursos etc por el hecho de ser socio. Y también conviene estar apuntado por aquello de si un día tienes algún problemilla con la empresa...
De esta forma el sindicato ha acabado convirtiendose en una especie de club de amiguetes, una casta a parte, por un lado están los trabajadores normales y por el otro los sindicalistas profesionales que lógicamente acaban actuando en defensa de sus propios intereses de casta y utilizando al resto de los trabajadores como peones movilizables a conveniencia.
Revertir esta situación no es tarea fácil, solo hay dos opciones: o nos afiliamos masivamente a los sindicatos oficiales y los tomamos desde dentro o montamos algún tipo de organización paralela (no se trata de crear otro sindicato más a imagen y semejanza de los ya existentes, ya hay muchos, se trata de hacer algo diferente) La primera opción es la que tomó Comisiones Obreras, el llamado «entrismo», que consistió en infiltrarse en el sindicato vertical franquista.
Visto lo visto no está muy claro quien infiltró a quien. Yo me inclino más por la segunda opción, organizarnos al margen de los sindicatos oficiales, crear una especie de grupo de presión para obligarles, por ejemplo, a someter a votación de las asambleas de trabajadores cualquier acuerdo antes de ser firmado. En cualquier caso el mayor obstáculo es la falta de conciencia de clase, pero como dijo Machado: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar» No podemos esperar a que haya conciencia de clase para empezar a hacer cosas, tenemos que empezar a caminar y la conciencia irá surgiendo por el camino y así recuperaremos poco a poco el orgullo de la clase obrera.

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